LA APARECIDA DEL PUENTE DE OVANDO

10:34:00 a.m.
Hola! el dĆ­a de hoy comenzamos con un tour por algunas de las ciudades de MĆ©xico, y de una forma muy especial ya que serĆ” a travĆ©s de nuestras leyendas, estarĆ”n participando varios blogs asĆ­ que los invito a dar clik en el botĆ³n al final de esta entrada. Pasen felices fiestas de dĆ­a de muertos.
Cuentan que la familia Ovando en su Ć©poca fue la mĆ”s poderosa de Puebla. Testimonio de su grandeza es el llamado puente de Ovando que, dice la tradiciĆ³n fue construido por ellos para tener acceso a su casa de campo en las afueras de la ciudad.
Un Ovando tuvo dos hijos: un valiente y un esforzado hombre, y una de las bellezas mĆ”s hermosas que han vivido en Puebla. Llegados los 16 la muchacha, la noble Ovando, buscaba pareja, con la ingenuidad de su joven vida, se dejo guiar por sus sentimientos creyendo que podĆ­a elegir a su antojo, aunque fuera a un joven de mediana posiciĆ³n, contraviniendo su linaje, desacatando las ordenes del viejo patriarca.

-Pero padre, yo lo amo- decĆ­a la doncella suplicante.
-¿QuĆ© tiene que ver el amor con el matrimonio?- respondiĆ³ el patriarca – solo te casaras con alguien de tu alcurnia. ¿Quieres casarte con un pobretĆ³n? Primero muerto que viĆ©ndote pedir limosna en un puente.
La hija se sentĆ­a indefensa ante las recriminaciones del padre que solo hablaba de la grandeza de la familia, el Ćŗnico consuelo que le quedĆ³  fue llorar ante la mirada firme de su progenitor.
Al pasar los dĆ­as supo con certeza que todo estaba perdido, y pensaba en silencio:” todo habrĆ­a sido fĆ”cil sino me hubiera enamorado”, ahora solo le quedaba perder su calidad de doncella y su padre tenĆ­a que aceptar la uniĆ³n para no enfrentarse a la deshonra.
Para ello escogieron un dĆ­a en el que el padre, pretextando negocios de diverso Ć­ndole, se ausentĆ³ de la casa familiar, y en su casa, en la cama, donde 16 aƱos atrĆ”s habĆ­a nacido la joven, se unieron de la forma dulce como solo lo hacen los verdaderamente enamorados.
En medio de su pasiĆ³n no pudieron percibir como se abrĆ­a lentamente el armario,  ni vieron la sĆŗbita apariciĆ³n que un joven que con grito estentĆ³reo y una pistola en mano los seƱalĆ³.
-¡Tƚ!- gritĆ³ el aparecido con una voz que resonĆ³ hasta el otro lado del rĆ­o  San Francisco.
-¡Hermano!- gritĆ³ a su voz la noble Ovando.
Todo lo demĆ”s sucediĆ³ en un abrir y cerrar de ojos. Al instante se oyĆ³ un disparo hiriendo de muerte a la doncella  que trato de proteger a su amado. Este Ćŗltimo trato de tomar la espada, pero no fue lo suficientemente rĆ”pido pare evitar que el joven Ovando le cortara el cuello con una daga de cinto que llevaba siempre consigo. La Ćŗltima expresiĆ³n de la doncella delatĆ³ el horror de esos momentos y su cuerpo suplicante cayĆ³ sobre un charco de sangre. El joven Ovando enloquecido tomo su daga de cinto y de un tajo le corto el cuello al irreverente.
Hubo luto riguroso en la casa de los Ovando durante varios dĆ­as.
El hijo se salvĆ³ de la cĆ”rcel porque se dijo que fue un crimen de honor. Pero ni todo su dinero fue capaz de liberarlo de la venganza de  la familia del pretendiente, tiempo despuĆ©s lo liquidaron cuatro hombres en un callejĆ³n. MĆ”s triste fue la historia del padre.
Ovando era un buen  hombre y amaba  a su hija. Tras de su muerte trato de mitigar su dolor con la bebida y mucha veces se vio en la necesidad de cruzar el puente a altas horas de la noche. En un dĆ­a lluvioso se fijĆ³ en una mujer a la entrada del puente que pedĆ­a limosna. 
- Por la sangre de Cristo SeƱor, deme una moneda- dijo la fantasmal figura.
-Mujer necia, ¿QuĆ© hora es esta de pedir a la entrada de mi puente?
-¿No me reconoces padre?- dijo la voz de ultratumba –pido limosna y pedirĆ© a tu descendencia hasta el fin del mundo, por cuanto fui muerta a manos de mi propia familia.
- ¿QuiĆ©n eres... ser del mal? – replicĆ³ el anciano horrorizado.
- ¡MĆ­rame! – ilumino un relĆ”mpago la figura.
-¡No! Esto no es verdad.
- ¡MĆ­rame de nuevo! – repitiĆ³ la apariciĆ³n que en todo era la imagen de su hija.
-¡No! – gritĆ³ un desesperado Ovando, tratando de cruzar el puente que lo acercaba a su casa. No llegĆ³ lejos, porque el agua del rĆ­o se elevĆ³ cubriĆ©ndolo, y arrastrĆ”ndolo al fondo sin posibilidades de salvaciĆ³n. Su cuerpo fue descubierto dos dĆ­as despuĆ©s lejos de la ciudad.
Hasta el dƭa de hoy los mƔs antiguos habitantes de Analco, sostienen que si uno cruza ese puente a media noche aparece una mujer pidiendo tributo. Si se le entrega la moneda se puede pasar libremente, sino, una fuerza visible te jala hacia abajo, del que antes fuera el Rƭo San Francisco y hoy es el Boulevard 5 de mayo.




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